En una de las paradas que hacen las lanchas que se dedican al transporte de pasajeros a través del río Marañon, en el corazón de la selva peruana, algunos vendedores ambulantes entran en la embarcación por la ventana y aprovechan los pocos minutos que el barco está parado para vender comida, bebidas y agua, en muchos casos en un estado poco aconsejable para los estómagos de los turistas europeos que visitan la zona.
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